Wednesday, April 20, 2005

 

El miedo no anda en burro, el asno toca la lira

El espectro de la "amenaza para la incipiente democracia mexicana" (sic) anda en plena campaña política, y anda a toda velocidad, aprovechando el momentum generado por la impericia y la arrogancia de sus rivales, anda a toda velocidad sobre el esquí monocromático del cliché, gritando, Soy Yo la Democracia, ¡defendiendo mi candidatura defienden la democracia! Y todos a seguirle el paso glorioso por la historia mexicana. Muy bien.

Algo similar sucedió con Fox, cuando millones de ingenuos y mal informados "cuidadanos" defendieron su derecho de decidir mal. Sólo los estúpidos y los que fingen inocencia se declaran ahora sorprendidos, decepcionados por el a-todas-luces inepto, autoritario, corrupto e imbécil de Fox. No digo que sean iguales Fox y López; son sabores distintos, si se quiere, muy distintos, --diré más-- si se quiere, entre Fox y López, "nada que ver"; uno forma parte del espectro de izquierda, mientras que el otro viene de derecha. Oh, no queremos que la ciudadanía no tenga derecho a equivocarse cuantas veces le sea necesario; y estamos en contra de lidiar con los adversarios de un modo tan poco elegante, por decir lo menos. Lo que se quiere es cobrar consciencia del hecho fundamental que ni Fox ni López atacan la raíz de los problemas de esta vapuleada humanidad, porque decir nación es pretender que problemas globales tienen soluciones locales. Ya sea por negligencia, por desconocimiento, o por una muy humana angustia ante una labor que se antoja imposible, hercúlea.

Tampoco son culpables de nada. Nadie tiene la culpa. No la podemos acotar a un individuo. La culpa, la responsabilidad, es colectiva. El millonario explotador, vicioso, corrupto y de espíritu miope y superficial, no resulta peor que su empleado, el proletario que lo admira y que ve en él un modelo idóneo de vida. Y ese empleado, con sus sueños de plástico tapizados de clichés procedentes de la televisión y de miles de anuncios publicitarios, delega una responsabilidad que ignora tener en los mismos payasos televisados cuyas verdaderas intenciones desconocen. El fantasma de la derecha está en toda esa estadísticamente estúpida "ciudadanía", que a pesar de tener a su alcance --ni siquiera hace falta leer mucho, con un cerebro adecuadamente auto-entrenado basta-- los medios de su propia emancipación, delega. Delega su espiritualidad en religiones, con sus dogmas y sus ritos; delega su capacidad de organización para la ejecución de labores de interés público en gobiernos; delega su capacidad de organización para diseñar proyectos sociales, es decir, para hacer política, en partidos políticos; delega su educación en escuelas que se preocupan porque el alumnado "apruebe" "materias" (cada palabra con sendo entrecomillado); y así sucesivamente.

Y este constante delegar en realidad refleja no una falta de voluntad, sino una inconsciente o perfectamente consciente aceptación de un modelo de vida cuya pieza central es la esperanza representada por la posibilidad de la acumulación de dinero, ese bien al cual aspira la sociedad entera. Y entonces el millonario no hace sino cumplir el sueño de la mayoría, que acepta un sistema de relaciones económicas diseñados para posibilitar esa acumulación.

Y los populistas de siempre, los que dicen, Tomaremos un poco de aquí y de allá para beneficio de los que menos tienen (pensiones para los adultos mayores, programa Oportunidades, Seguro Popular, Vamos México) al parecer quieren prolongar el sufrimiento de las mayorías, obligándolos a aceptar el diseño económico con las limosnas (deducibles de impuestos o a cargo del erario) de una "economía Teletón". Y muchos al parecer no pueden sino aceptar las migajas, del mismo modo en que acepto mis quincenas, solo que mis quincenas resultan estadísticamente más jugosas que las "ayudas" a adultos mayores. Pero esos populistas no se atreven a enfrentar ese sistema de relaciones económicas, porque saben o intuyen que un cambio real implicaría reinstalarle el sistema operativo a cada cerebro de esa ciudadanía que libremente decide no cambiar de estilo de vida. No se han visto manifestaciones que claman una mayor austeridad en las propias costumbres. Todos queremos vivir lo más cómodamente posible, el ocio es el pasatiempo de la especie, y si ese ocio implica fingir ceguera ante las señales evidentes de las catástrofes por venir, pues que implique eso, Yo no diseñé el mundo, se queja cada individuo, Si me hubieran pedido mi opinión seguro estaríamos mejor, dice el optimista.

Gocemos del espectáculo que viene, no nos podemos quejar, we got the best seats in the house!



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?