Wednesday, April 27, 2005

 

Cartoon Culture

En los andenes del Metro de la Ciudad de México han aparecido unas curiosísimas caricaturas cuyo objetivo es crear consciencia del problema de la basura. Ya van cuatro entregas. Son historietas cortas, tienen el estilo estético de los muy populares "cuentitos" que se venden en cualquier esquina, y que son notorios por su contenido seguramente repetitivo, y por su idealización estética tanto de mujeres como de hombres. Sólo el cotejarse a uno mismo y a los demás pasajeros contra ese "ideal" es un ejercicio interesante: ¿a qué distancia estamos del ideal estético de una cultura tercermundista que niega su origen mestizo? El discurso que se maneja es poco profundo, la complejidad del lenguaje es mínima: quienes concibieron estas historietas, sus dibujos, sus guiones, pensaron con mucha precisión en la idiosincracia de un país de ignorantes. Pensaron en el "mexicano promedio", que, a juzgar por la calidad del discurso, es en definitva un rústico que sólo entiende con dibujitos.

La poquísima complejidad para abordar un tema tan complejo como el problema de los residuos que genera una sociedad demuestra qué tan lejos estamos de resolver el problema. Yo mismo no entraré en detalles, porque no es mi intención. Sólo observo y anoto; francamente, no está en mis manos catalizar los cambios que necesita esta sociedad. Si propusiera una solución, difícilmente podría ponerla en el formato de dibujitos. Tampoco tengo el poder de convocatoria ni los medios. Sólo me parece curioso como esta sociedad enorme, derrochadora de recursos naturales, tiene que apreder a resolver problemas complejísimos, pero como es una sociedad de ignorantes, no hay más alternativa, como demuestra el gobierno de la ciudad, que presentarles el problema en el único formato que puede ser inteligible para esa sociedad: el chafirete, la historieta de poca monta.

Pero en este país, estamos perfectamente acostumbrados a la caricatura. El fresa local es la versión chafirete del burgués europeo. Pero esto no es lo más patético. Lo más patético es que la mayoría mestiza, carente de orgullo, o peor aún, fingiéndolo, y haciendo gala de una cultura de negación, no sólo no entiende el absurdo, sino que lo persigue como un ideal de vida. Esta sociedad no entiende ni busca entender el absurdo elemental de, por ejemplo, una publicidad que se anuncia con güeritos (nada en contra de ellos) en un país de mestizos. Es una sociedad que vota por un presidente que es una caricatura de un cowboy, una aberrante mezcla de ranchero mocho, macho e ignorante con un toque de sheriff texano.

Ahora, esa sociedad arremolina todas sus democráticas aspiraciones en torno a una nueva caricatura. Aún le llaman izquierda, como si tuviera relevancia la palabra, como si su semántica implicara por antonomasia un proyecto coherente y que ha aprendido de los errores del pasado. La gente ahora es de izquierda. No saben ni cuál es el proyecto, ni qué implica, pero no importa: lo que importa es que no se escupa sobre el derecho del pueblo para elegir a sus gobernantes. ¡Muy bien! Yo sí quiero que sea presidente el populista peje, ps total. Me da lo mismo. Esta sociedad, que estadísticamente aprende con dibujitos, tiene garantizada la catástrofe, y la espero con impaciencia. Tortuosos son los caminos de la evolución.

Friday, April 22, 2005

 

Wishful thinking

La verdadera amenaza para la democracia siempre radicará en una actitud de auto-engaño que me gusta llamar por la expresión en inglés wishful thinking. Y así, queremos creer que lo que consideramos más honesto, o mejor para nosotros es por una misteriosa ósmosis social, lo mejor para las demás personas. En la Ciudad de México, por ejemplo, pensamos, o mejor dicho, queremos creer, que la serie de problemas que nos llevan a vivir literalmente de los recursos de las futuras generaciones, los resuelve o los atiende de algún modo el gobierno en turno. Y así, seguimos con nuestros estilos de vida derrochadores y poco conscientes, producto de una maquinaria de propaganda consumista que nos invita a comprar, porque la compra es, como decía Rosario Castellanos, "sinónimo de orgasmo", y porque pues ¡puta madre! ¡si para eso "trabajamos"! (¿producimos?): para tener dinero para poder pagar jitomates y zapatos y gasolina, claro que sí. Y quién los produce, qué costo real tienen nuestras decisiones, cómo afectan a los demás, bueno, pues qué le vamos a hacer, si nosotros no decidimos al "sistema". Nosotros votamos, y cumplimos como ciudadanos democráticos, porque queremos creer que así funcionan las cosas.

Y así creemos que votando, en el peor de los casos, "por el menos pior", con eso ya la hicimos. ¡Muy bien! Cuando dentro de poco tengamos que pagar el costo real de la energía, ¡Ah! entonces quiero ver qué va a hacer esta muy noble Ciudad de México que consume con impunidad un altísimo porcentaje de la energía de este país sólo en subir agua a más de dos mil metros. En efecto; ese el un problema que pocos se atreven ya no a analizar, sino a mencionar, porque entonces se perfilan varios escenarios de pesadilla que son perfectamente plausibles. Y enhorabuena; el buen Likudista Republicano promete las buenas respuestas cuando llegada sea la hora. De aquí a entonces, invito que sigamos con el wishful thinking...

Wednesday, April 20, 2005

 

El miedo no anda en burro, el asno toca la lira

El espectro de la "amenaza para la incipiente democracia mexicana" (sic) anda en plena campaña política, y anda a toda velocidad, aprovechando el momentum generado por la impericia y la arrogancia de sus rivales, anda a toda velocidad sobre el esquí monocromático del cliché, gritando, Soy Yo la Democracia, ¡defendiendo mi candidatura defienden la democracia! Y todos a seguirle el paso glorioso por la historia mexicana. Muy bien.

Algo similar sucedió con Fox, cuando millones de ingenuos y mal informados "cuidadanos" defendieron su derecho de decidir mal. Sólo los estúpidos y los que fingen inocencia se declaran ahora sorprendidos, decepcionados por el a-todas-luces inepto, autoritario, corrupto e imbécil de Fox. No digo que sean iguales Fox y López; son sabores distintos, si se quiere, muy distintos, --diré más-- si se quiere, entre Fox y López, "nada que ver"; uno forma parte del espectro de izquierda, mientras que el otro viene de derecha. Oh, no queremos que la ciudadanía no tenga derecho a equivocarse cuantas veces le sea necesario; y estamos en contra de lidiar con los adversarios de un modo tan poco elegante, por decir lo menos. Lo que se quiere es cobrar consciencia del hecho fundamental que ni Fox ni López atacan la raíz de los problemas de esta vapuleada humanidad, porque decir nación es pretender que problemas globales tienen soluciones locales. Ya sea por negligencia, por desconocimiento, o por una muy humana angustia ante una labor que se antoja imposible, hercúlea.

Tampoco son culpables de nada. Nadie tiene la culpa. No la podemos acotar a un individuo. La culpa, la responsabilidad, es colectiva. El millonario explotador, vicioso, corrupto y de espíritu miope y superficial, no resulta peor que su empleado, el proletario que lo admira y que ve en él un modelo idóneo de vida. Y ese empleado, con sus sueños de plástico tapizados de clichés procedentes de la televisión y de miles de anuncios publicitarios, delega una responsabilidad que ignora tener en los mismos payasos televisados cuyas verdaderas intenciones desconocen. El fantasma de la derecha está en toda esa estadísticamente estúpida "ciudadanía", que a pesar de tener a su alcance --ni siquiera hace falta leer mucho, con un cerebro adecuadamente auto-entrenado basta-- los medios de su propia emancipación, delega. Delega su espiritualidad en religiones, con sus dogmas y sus ritos; delega su capacidad de organización para la ejecución de labores de interés público en gobiernos; delega su capacidad de organización para diseñar proyectos sociales, es decir, para hacer política, en partidos políticos; delega su educación en escuelas que se preocupan porque el alumnado "apruebe" "materias" (cada palabra con sendo entrecomillado); y así sucesivamente.

Y este constante delegar en realidad refleja no una falta de voluntad, sino una inconsciente o perfectamente consciente aceptación de un modelo de vida cuya pieza central es la esperanza representada por la posibilidad de la acumulación de dinero, ese bien al cual aspira la sociedad entera. Y entonces el millonario no hace sino cumplir el sueño de la mayoría, que acepta un sistema de relaciones económicas diseñados para posibilitar esa acumulación.

Y los populistas de siempre, los que dicen, Tomaremos un poco de aquí y de allá para beneficio de los que menos tienen (pensiones para los adultos mayores, programa Oportunidades, Seguro Popular, Vamos México) al parecer quieren prolongar el sufrimiento de las mayorías, obligándolos a aceptar el diseño económico con las limosnas (deducibles de impuestos o a cargo del erario) de una "economía Teletón". Y muchos al parecer no pueden sino aceptar las migajas, del mismo modo en que acepto mis quincenas, solo que mis quincenas resultan estadísticamente más jugosas que las "ayudas" a adultos mayores. Pero esos populistas no se atreven a enfrentar ese sistema de relaciones económicas, porque saben o intuyen que un cambio real implicaría reinstalarle el sistema operativo a cada cerebro de esa ciudadanía que libremente decide no cambiar de estilo de vida. No se han visto manifestaciones que claman una mayor austeridad en las propias costumbres. Todos queremos vivir lo más cómodamente posible, el ocio es el pasatiempo de la especie, y si ese ocio implica fingir ceguera ante las señales evidentes de las catástrofes por venir, pues que implique eso, Yo no diseñé el mundo, se queja cada individuo, Si me hubieran pedido mi opinión seguro estaríamos mejor, dice el optimista.

Gocemos del espectáculo que viene, no nos podemos quejar, we got the best seats in the house!

Thursday, April 14, 2005

 

Las guerras semánticas, la raza y el petróleo

Muchas gracias a todos por sus amables comentarios. Iba a contestar en la sección de comentarios, pero la respuesta es larga y amerita un post. Mi punto es que la izquierda como referente ha perdido sentido. Lo tuvo a finales del siglo XVIII. A principios del XXI, identificar a alguien como de izquierda (o de derecha, for that matter) carece de sentido. ¿Es AMLO de izquierda, y si lo es, por qué se siente tan cómodo negociando con Carlos Slim, claramente de derecha? Pues porque eso ya no tiene sentido. ¿Es China comunista? Eso parece mal chiste. Sin embargo, en México me parece que estamos atrapados en semánticas cuya caducidad nos negamos a reconocer. ¿Nos negamos, quiénes?

Desde antes de llegar al poder, Hitler manejó un discurso de guerra, hablaba de Lebensraum, espacio para vivir, y este espacio sería adquirido violentamente, a expensas de las poblaciones Untermensch, infrahumanas, que serían eliminadas. Es decir, las intenciones de Hitler siempre fueron evidentes, al menos para los que se informaron a tiempo. Erich Maria Remarque (autor de la novela Sin novedad en el frente, prohibida por Hilter) en la novela, Náufragos, habla de cómo los judíos inteligentes, con la llegada de Hilter al poder en 1933, vendieron sus propiedades, todavía a precios favorables, y se mudaron a América. En la medida en que estemos menos informados sobre los desarrollos históricos seremos más vulnerables a las indetenibles inercias sociales.

Actualmente, los que tenemos acceso a Internet y que además hablamos inglés, tenemos acceso a una cantidad en verdad enorme de información. ¿Cuáles serían las señales que nos debieran alertar, como a los judíos inteligentes de la novela de Remarque, que debemos salir huyendo, y si queremos salir huyendo, hacia dónde deberíamos huir? Las señales están ahí. El problema es, no tenemos a dónde huir. Cuando comencé a escribir en este espacio, hace dos días, hablé del destino de estas tierras, que llamamos México. Pero no nos engañemos, somos en verdad el patio trasero de los Estados Unidos de América. No niego la cultura mexicana, cimentada en nuestras tradiciones, en nuestras costumbres, en fin, todo lo que consideramos mexicano. No pienso que seamos infrahumanos ni nada. Yo soy mestizo y tengo sangre Purépecha.

Sin embargo, la especie humana, pensada como un todo, nunca ha aprendido "por la buena". Como especie, como culturas, aprendemos a chingadazos. Y la partida la gana siempre el más fuerte. Sólo basta pensar, lo más objetivamente posible, en la historia de nuestro país. Hubo una época en que los más fuertes eran los que llamamos Aztecas o Mexicas. Eran bien gandallas, y Don Hernán Cortés, de por sí brillante, no tuvo muchas dificultades para encontrar aliados en el Cacique Gordo de Cempoala, o con los Tlaxcaltecas, sin cuyo apoyo logístico hubiera sido imposible la derrota de los Aztecas. El resto es historia. Cuando México logró independizarse políticamente de España, buscó ingenuamente un aliado en Estados Unidos, pensando que el espíritu Americano de libertad simpatizaría con "la causa" de estas tierras. Pero los estrategas Americanos, los más brillantes de la historia, they knew better.

Esta es la tierra de las desigualdades sociales, como lo notó Humboldt desde hace siglos, y la cosa no ha cambiado mucho. Nunca he visto una estadística al respecto, debería de haberla, pero recuerdo cómo desde mi infancia entendí que la distribución de la riqueza en este país está íntimamente ligada a su distribución racial. Esto es uno de los factores más importantes que determinan el curso de las cosas en este país, por miles de razones antropológicas que no quiero explicar ahora, pero que quiero que se tengan en mente. ¿Por qué? Porque mientras persista esa condición, este país carecerá de un cimiento de indispensable homogeneidad entre sus habitantes para desarrollar una sociedad con objetivos comunes. En la parte más baja de la gradiente social, están los "indios", o "indígenas", y de ahí pasamos por más de cien millones de capas, hasta llegar a Carlos Slim (es un decir).

Test: Ahora mismo entra un "indio" a su oficina, o su casa, no importa. ¿Lo imaginó? Muy bien. Recuerde sus sentimientos. Ahora, entra Carlos Slim. ¿Reaccionaría usted del mismo modo? Claro que no. ¿Cuál es mi punto? Que si consideramos a las sociedades más avanzadas en términos sociales (como Finlandia, Noruega, Suecia), y pensamos que su organización es lo más deseable para nuestra sociedad, pues estamos lejísimos.

Pero además, ya se nos vino el tiempo encima. Lo que el PRI no pudo, o no quiso, o no entendió que tenía que hacer, y que tenía la oportunidad de hacerlo, en el siglo XX, no tendrá tiempo de hacerlo ningún gobernante ahora. Con la guerra de Irak se ha inaugurado la época de las guerras por recursos naturales. Insisto. ¿De qué lado estamos? No tenemos opción. Estamos al lado de la nación más poderosa, en términos militares, del planeta. Los que dicen que el ejército de Estados Unidos está "empantanado" en Irak, son unos idiotas. Asumen, falsamente, que el objetivo era ganar una causa política. El objetivo, clarísimo para quienes saben esquivar las esquirlas semánticas de nuestro presidente de facto, George Bush, lo sabemos bien. Y México, yacimiento importante de petróleo, no será gobernado por otro "Hugo Chávez". Estados Unidos hará whatever it takes para que eso no suceda. La administración local tiene sus órdenes, y se acabó.

Dejaré aquí el hilo de la argumentación, y esperaré algunos comentarios. Hay mucho de qué hablar.

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