Thursday, April 14, 2005

 

Las guerras semánticas, la raza y el petróleo

Muchas gracias a todos por sus amables comentarios. Iba a contestar en la sección de comentarios, pero la respuesta es larga y amerita un post. Mi punto es que la izquierda como referente ha perdido sentido. Lo tuvo a finales del siglo XVIII. A principios del XXI, identificar a alguien como de izquierda (o de derecha, for that matter) carece de sentido. ¿Es AMLO de izquierda, y si lo es, por qué se siente tan cómodo negociando con Carlos Slim, claramente de derecha? Pues porque eso ya no tiene sentido. ¿Es China comunista? Eso parece mal chiste. Sin embargo, en México me parece que estamos atrapados en semánticas cuya caducidad nos negamos a reconocer. ¿Nos negamos, quiénes?

Desde antes de llegar al poder, Hitler manejó un discurso de guerra, hablaba de Lebensraum, espacio para vivir, y este espacio sería adquirido violentamente, a expensas de las poblaciones Untermensch, infrahumanas, que serían eliminadas. Es decir, las intenciones de Hitler siempre fueron evidentes, al menos para los que se informaron a tiempo. Erich Maria Remarque (autor de la novela Sin novedad en el frente, prohibida por Hilter) en la novela, Náufragos, habla de cómo los judíos inteligentes, con la llegada de Hilter al poder en 1933, vendieron sus propiedades, todavía a precios favorables, y se mudaron a América. En la medida en que estemos menos informados sobre los desarrollos históricos seremos más vulnerables a las indetenibles inercias sociales.

Actualmente, los que tenemos acceso a Internet y que además hablamos inglés, tenemos acceso a una cantidad en verdad enorme de información. ¿Cuáles serían las señales que nos debieran alertar, como a los judíos inteligentes de la novela de Remarque, que debemos salir huyendo, y si queremos salir huyendo, hacia dónde deberíamos huir? Las señales están ahí. El problema es, no tenemos a dónde huir. Cuando comencé a escribir en este espacio, hace dos días, hablé del destino de estas tierras, que llamamos México. Pero no nos engañemos, somos en verdad el patio trasero de los Estados Unidos de América. No niego la cultura mexicana, cimentada en nuestras tradiciones, en nuestras costumbres, en fin, todo lo que consideramos mexicano. No pienso que seamos infrahumanos ni nada. Yo soy mestizo y tengo sangre Purépecha.

Sin embargo, la especie humana, pensada como un todo, nunca ha aprendido "por la buena". Como especie, como culturas, aprendemos a chingadazos. Y la partida la gana siempre el más fuerte. Sólo basta pensar, lo más objetivamente posible, en la historia de nuestro país. Hubo una época en que los más fuertes eran los que llamamos Aztecas o Mexicas. Eran bien gandallas, y Don Hernán Cortés, de por sí brillante, no tuvo muchas dificultades para encontrar aliados en el Cacique Gordo de Cempoala, o con los Tlaxcaltecas, sin cuyo apoyo logístico hubiera sido imposible la derrota de los Aztecas. El resto es historia. Cuando México logró independizarse políticamente de España, buscó ingenuamente un aliado en Estados Unidos, pensando que el espíritu Americano de libertad simpatizaría con "la causa" de estas tierras. Pero los estrategas Americanos, los más brillantes de la historia, they knew better.

Esta es la tierra de las desigualdades sociales, como lo notó Humboldt desde hace siglos, y la cosa no ha cambiado mucho. Nunca he visto una estadística al respecto, debería de haberla, pero recuerdo cómo desde mi infancia entendí que la distribución de la riqueza en este país está íntimamente ligada a su distribución racial. Esto es uno de los factores más importantes que determinan el curso de las cosas en este país, por miles de razones antropológicas que no quiero explicar ahora, pero que quiero que se tengan en mente. ¿Por qué? Porque mientras persista esa condición, este país carecerá de un cimiento de indispensable homogeneidad entre sus habitantes para desarrollar una sociedad con objetivos comunes. En la parte más baja de la gradiente social, están los "indios", o "indígenas", y de ahí pasamos por más de cien millones de capas, hasta llegar a Carlos Slim (es un decir).

Test: Ahora mismo entra un "indio" a su oficina, o su casa, no importa. ¿Lo imaginó? Muy bien. Recuerde sus sentimientos. Ahora, entra Carlos Slim. ¿Reaccionaría usted del mismo modo? Claro que no. ¿Cuál es mi punto? Que si consideramos a las sociedades más avanzadas en términos sociales (como Finlandia, Noruega, Suecia), y pensamos que su organización es lo más deseable para nuestra sociedad, pues estamos lejísimos.

Pero además, ya se nos vino el tiempo encima. Lo que el PRI no pudo, o no quiso, o no entendió que tenía que hacer, y que tenía la oportunidad de hacerlo, en el siglo XX, no tendrá tiempo de hacerlo ningún gobernante ahora. Con la guerra de Irak se ha inaugurado la época de las guerras por recursos naturales. Insisto. ¿De qué lado estamos? No tenemos opción. Estamos al lado de la nación más poderosa, en términos militares, del planeta. Los que dicen que el ejército de Estados Unidos está "empantanado" en Irak, son unos idiotas. Asumen, falsamente, que el objetivo era ganar una causa política. El objetivo, clarísimo para quienes saben esquivar las esquirlas semánticas de nuestro presidente de facto, George Bush, lo sabemos bien. Y México, yacimiento importante de petróleo, no será gobernado por otro "Hugo Chávez". Estados Unidos hará whatever it takes para que eso no suceda. La administración local tiene sus órdenes, y se acabó.

Dejaré aquí el hilo de la argumentación, y esperaré algunos comentarios. Hay mucho de qué hablar.



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