Friday, April 22, 2005

 

Wishful thinking

La verdadera amenaza para la democracia siempre radicará en una actitud de auto-engaño que me gusta llamar por la expresión en inglés wishful thinking. Y así, queremos creer que lo que consideramos más honesto, o mejor para nosotros es por una misteriosa ósmosis social, lo mejor para las demás personas. En la Ciudad de México, por ejemplo, pensamos, o mejor dicho, queremos creer, que la serie de problemas que nos llevan a vivir literalmente de los recursos de las futuras generaciones, los resuelve o los atiende de algún modo el gobierno en turno. Y así, seguimos con nuestros estilos de vida derrochadores y poco conscientes, producto de una maquinaria de propaganda consumista que nos invita a comprar, porque la compra es, como decía Rosario Castellanos, "sinónimo de orgasmo", y porque pues ¡puta madre! ¡si para eso "trabajamos"! (¿producimos?): para tener dinero para poder pagar jitomates y zapatos y gasolina, claro que sí. Y quién los produce, qué costo real tienen nuestras decisiones, cómo afectan a los demás, bueno, pues qué le vamos a hacer, si nosotros no decidimos al "sistema". Nosotros votamos, y cumplimos como ciudadanos democráticos, porque queremos creer que así funcionan las cosas.

Y así creemos que votando, en el peor de los casos, "por el menos pior", con eso ya la hicimos. ¡Muy bien! Cuando dentro de poco tengamos que pagar el costo real de la energía, ¡Ah! entonces quiero ver qué va a hacer esta muy noble Ciudad de México que consume con impunidad un altísimo porcentaje de la energía de este país sólo en subir agua a más de dos mil metros. En efecto; ese el un problema que pocos se atreven ya no a analizar, sino a mencionar, porque entonces se perfilan varios escenarios de pesadilla que son perfectamente plausibles. Y enhorabuena; el buen Likudista Republicano promete las buenas respuestas cuando llegada sea la hora. De aquí a entonces, invito que sigamos con el wishful thinking...



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